domingo, 18 de noviembre de 2012

Avanzando en 2012 (III)

A comienzo del presente año, en febrero concretamente, escribí la primera parte de esta entrada que me atreví a llamar "Avanzando en 2012" en la que contaba que me había fijado como meta avanzar y desarrollar mi parte profesional como coach. Cuando hablamos de avanzar en cualquier campo, siempre he considero que una parte fundamental del avance se debe a nosotros mismos y otro parte, dependiente del primer factor,  se debe  a condicionantes exteriores. Si bien es cierto que, como conté en una segunda entrada "Avanzando en 2012 (II)", en mi caso el principal impulso de ponerme en marcha llegó por una propuesta-reto de otra persona que finalmente no se concretó. En cualquier caso, me ayudo a ponerme en marcha, a preparar un dossier de presentación de servicios y a buscar una oficina para poder desempeñar mi labor como coach. 
Ahora, tengo dos coachees con los que ya trabajo, además de otro más con el que empiezo este próximo lunes, los tres jugadores de fútbol, y un proyecto de coaching deportivo muy ilusionante en el que me han propuesto participar. De cara a futuro, además de concretarse el proyecto comentado, tengo mucha ilusión por poder trabajar con tenistas o golfistas, por ser el origen propio del coaching moderno, y por ser deportes más individuales en su ejecución. Estoy seguro que en algún momento llegará esta oportunidad. 
Por compartir mi experiencia en estos meses, he descubierto que el coach debe sobre todo ser consciente de su influencia en el proceso de coaching y en el propio coachee. Cuando el proceso va bien no debe sentirse más responsable de lo que en realidad es y sí debe incidir mucho en la responsabilidad del cliente, y, viceversa, cuando los objetivos en el proceso no se están consiguiendo el coachee debe ser consciente de, hasta donde llega su responsabilidad. Creo que este apartado, muchas veces se olvida en las formaciones, es fundamental, ya que de otra manera el propio resultado del proceso puede arrastrar al coach y en los inicios de una carrera profesional más si cabe.  
Y por otro lado, un tema del que he venido escribiendo, es la proliferación del coaching. Considero muy positivo que el coaching cada día esté más presente como profesión en cualquier área y que haya más oferta de profesionales, en función de que la demanda también está creciendo. Al final, como en cualquier área de trabajo, lo que nos diferenciará será nuestro valor añadido y en eso, los clientes serán los que de verdad nos valoren a cada uno de nosotros. Lo único con lo que he venido siendo crítico, y seguiré siendo crítico, es con la banalización del coaching, especialmente por los realities de la televisión, ahí sí que creo que no se está ayudando a esta profesión tan maravillosa. Pero esta es mi opinión, seguro que otro piensan de otro manera.
Quiero aprovechar este post para agradecer a todos los que seguís el blog y a los que me venís siguiendo, apoyando y animando en este camino del coaching. Muchas gracias. 

domingo, 11 de noviembre de 2012

Respuesta OCP (Objetiva, Comunicativa y Profesional)


Recuerdo que hace unos cuantos años, en una de mis últimas temporadas como futbolista federado, el que por aquel entonces era mi entrenador, ante mi incredulidad, decidió sustituirme por otro compañero en un importante partido. En mi (subjetiva) opinión, estaba siendo uno de los mejores jugadores pero el entrenador no lo vio así y yo ni corto ni perezoso, al salir le dije "No tienes ni p... idea", me fui al vestuario, me duche, me cambié y me fui a casa sin esperar a terminar el partido. No quedándome a gusto con esa reacción, e incluso después de enfriar mis ánimos, durante la siguiente semana mi actitud en los entrenamientos fue totalmente negativa. De estar en el grupo de cabeza corriendo, de ser totalmente proactivo, me comporte de manera egoísta y desafiante durante cada entrenamiento. ¿Me sirvió de algo? Sí, para ser suplente y no jugar ni un minuto en el siguiente partido.
Esta actitud, que gracias a una reflexión profunda he cambiado a lo largo de los años y que me ha generado una profunda mejora en mi vida personal y profesional, es muy habitual, no solamente en el mundo del deporte, también en el mundo de la empresa. Seguro que si pensáis un poco, encontrareis ejemplos de personas (o tal vez vosotros mismos) que tras una decisión que no han entendido justa, se han comportado de manera desafiante, pasota, pasiva, boicoteadora...Esa actitud, que, algunas veces, puede llegar a ser comprensible, normalmente genera muy pocos beneficios y sí enormes rémoras tanto a nivel emocional, como profesional. Por ello, y tras alguna experiencia reciente, al reflexionar sobre situaciones como las comentadas, he creado un breve mapa de respuesta:

1- Valoración objetiva: cuando surge una situación laboral en la que consideramos que no se nos está tratando de manera correcta, que hay cosas que no son coherentes, lo conveniente es, en primer lugar gestionar las emociones: la ira, el enfado, no nos hacen ningún favor ya que conseguirá que se digan cosas de las que luego probablemente nos arrepentiremos. Por otro lado, hay que objetivizar la situación sobre la base de hechos que se puedan describir. Una buena manera de trabajar este parte es escribiendo lo que se siente y piensa y por qué se da tal circunstancia. Una vez que los hechos estén bien construidos desde una perspectiva serena y objetiva, estaremos en disposición de dar el siguiente paso.
2- Comunicación: si analizamos los conflictos que nos rodean, seguramente, la gran mayoría son derivados de la comunicación. En este sentido, la mayoría de las personas, cuando tenemos un conflicto / problema / desacuerdo personal-laboral nos apoyamos en el entorno en el que nos vamos a sentir seguros y comprendidos. Estos entornos suelen ser una trampa ya que nos hacen revolcarnos, y hasta gozar, en el lodo. Nos hacen sentirnos los reyes de la poza. Sabemos perfectamente con quien debemos hablar para desenredar el problema pero rehusamos esa posibilidad y preferimos rodearnos de gente que nos protege y nos reafirma en nuestra opinión. Para superar este bucle, una vez que se ha trabajado el primer paso, la valoración subjetiva, hay que buscar la persona (o personas) con la que resolveremos y/o entenderemos la decisión. A este encuentro hay que ir con el primer punto claro ya que las valoraciones subjetivas se pueden revolver en nuestras contra y sin embargo las objetivas, podremos, o no, estar de acuerdo pero nos las deberán explicar. Hay que intentar que las cosas se aclaren en una reunión, no hay que salir con la sensación de dejarse nada que pueda llevarnos nuevamente al estado anterior. En esta reunión hay que ser sincera, claro, objetivo y coherente.  Cuando haya terminado esta reunión debemos salir libre de la carga que llevábamos. La meta es expresar tu opinión y escuchar la del otro lado y el resultado habrá que volver a pasarlo por el filtro de la objetividad. 
3- Profesionalidad: cualquiera que haya sido el resultado de la comunicación, la respuesta tiene que ser la de refrendar nuestra profesionalidad: mantener el compromiso, crear un ambiente bueno de trabajo, colaborar y aportar y cumplir con los objetivos establecidos. Esta respuesta es la que se espera de las personas inteligentes. La respuesta contraria no generaría más que problemas, dificultades y una imagen muy negativa de nuestra persona. 
Planificar la salida: si tras la comunicación en las que se ha tratado el tema con detalle y tras la valoración objetiva de lo allí acontecido, se mantiene el desacuerdo que además es insalvable, en la medida de lo posible, hay que planificar una salida de emergencia bien estructurada. Compagina tu actual situación para crecer, para crear valor y para dejar los objetivos cumplidos y sobre esa base ir buscando alternativas. Por ejemplo, un proceso de coaching puede ayudar en un momento como este.

Espero que, en caso de tener que afrontar alguna solución así, os pueda servir de ayuda.