Siempre he creído que cada uno de nosotros tiene la posibilidad de
ser protagonista en la construcción de
su mejor versión. La mejor versión para encontrarse satisfecho con uno mismo. No
la versión que alguien nos diga, o la mejor versión para otros. Nuestra mejor
versión. La versión con la que realmente nos sintamos a gusto. Tal vez podríamos hablar de
ser felices pero no como destino, no como un objetivo final, sino como un
objetivo de camino.
En este sentido y llevándolo al deporte, siempre he creído que la
mejor versión de un jugador tiene que ver con su crecimiento profesional y
personal. Entiendo que ese crecimiento empieza desde el interior de uno mismo y
no se pone y se quita al entrar al campo. Es una construcción uniforme que va
abarcando todos los espacios de la persona / deportista y que se retroalimenta.
Un proceso de Coaching integral trata de que el jugador vaya
encontrando internamente esa versión. Que vaya descubriendo/creando lo que le
hace estar bien consigo mismo y vaya despojándose de lo que le sobra, arrojar a
la basura aquello que le limita y le empequeñece. Construir esa versión de la que sentirse realmente orgulloso si uno la ve como un espectador.
Sin embargo, a veces nos engañamos en esta construcción ya que la
cuestión no es estar bien cuando el viento sopla a favor. Ahí todos ( o casi
todos) sabemos navegar. Lo complicado está cuando las circunstancias no son las
adecuadas (equipo, ciudad, afición, compañeros, entrenador, apoyos…) Ahí es
donde las personas crecemos y nos podemos hacer grandes. Desde esa incomodidad construimos esa versión completa y
es ahí donde el verdadero trabajo interior aparece.
Pero curiosamente en estas circunstancias aparecen demasiadas
coletillas y justificaciones para seguir en
el mismo punto: “yo soy así” “es muy fácil decirlo” “mira lo que hacen otros”
“es que las cosas son así”.... Y eso puede estar bien siempre y cuando el jugador (persona) esté
de acuerdo con esa versión. Lo que chirria es no estar bien, ir lamentándose y
no querer cambiar. La coherencia salta por los aires. Si quieres cambiar, ponte en acción.
Reflexiona desde la realidad a la que te enfrentas analiza la situación, los obstáculos y
qué vas a hacer para cambiar.
Por lo que voy descubriendo, una de las claves para afrontar esta
construcción es vivir cada situación desde la realidad y el presente. Analizar
la realidad desde lo objetivo y medible sin dejar a nuestro particular
guionista que cree películas desde las suposiciones. Vivir desde el presente en
el aquí y ahora es lo más cercano a la plenitud, a ser realmente consciente de
la vida. Desde ese aquí y ahora ser dinámico, flexible y adaptable a la
realidad.
Disfrutar
desde lo incomodo de las curvas que van apareciendo. Disfrutar en construcción.
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