Tendríamos 14 o 15 años. Él uno o dos menos. Jugaba de delantero. Aunque no recuerdo su nombre, sí recuerdo sus enormes piernas, su fuerza y su velocidad. Por aquel entonces nos dijeron que la Real Sociedad le había ofrecido incorporarse a su disciplina pero este joven jugador rechazó la propuesta porque quería dedicarse a sus estudios de música y a su chelo. ¡Qué estupidez! pensamos todos nosotros ¿cómo se podía rechazar esa propuesta? ¡todos estábamos deseando jugar en la Real! "Joder qué tío más raro" sentenciamos.
Hace un par de años le volví a ver en un programa de televisión. Con su chelo. Feliz. Lo había conseguido. Había conseguido hacer lo que le gustaba. Hoy, unos cuantos años después, reflexionando sobre aquellas ideas adolescentes, me asombra que un chaval de 12 o 13 años tuviera tan claro lo que quería hacer. He pensando en las enormes presiones que tuvo que soportar de su entorno, de sus amigos, de sus compañeros de equipo, hasta de los extraños como nosotros. Y al final la conclusión es que ese joven tenía claro lo que quería hacer, era lo que de verdad le gustaba, por lo que sentía pasión, lo que le hacía feliz.
Este recuerdo me ha venido tras leer "Una conversación con Pep Guardiola" y como complemento a la última entrada del blog sobre Steve Jobs. Es una conversación en la que Pep Guardiola, como imagen del Banco Sabadell, habla de su trabajo, de su vida, de sus valores... y en la que señala lo siguiente: "El año que dejé de jugar me invitaron para dar unas charlas y fui a algunos colegios. Yo les decía "Mirad, cuando vayáis a dormir apagad la luz y pensad qué os gusta hacer ¿Qué os gusta? ¿Te gusta todo el día ir a la montaña a coger caracoles? ¡Pues dedícate a eso!" Yo el consejo que les daré a mis hijos es que procuren hacer algo que les guste ¿Qué luego se dan cuenta que han metido la pata? Pues han metido la pata. Veremos si en el proceso tiene la suerte de darse cuenta y rectificar. El drama es que cuesta saber lo que te gusta"
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