jueves, 17 de febrero de 2011

Yo sí os admiro

El otro día leía un artículo que decía que la mayoría de nosotros no admiramos a personas, de edad similar, que viven en nuestro entorno. Vamos, que nos cuesta reconocer lo bien que lo hacen las personas que nos rodean en cualquiera de sus facetas. Es mucho más sencillo admirar a personas públicas, alejadas de nuestras vidas y admiradas por el público en general, que a nuestros propios compañeros de trabajo o a nuestros amigos.
Pensando en ello, analizando conversaciones que he tenido y que he escuchado, me dí cuenta que efectivamente tenemos dificultades en reconocer los méritos y logros de las personas que nos rodean, ya sean amigos o simples conocidos. Y más se acentúa esta dificultad si son personas que en su adolescencia y juventud tuvieron un rol de perfil bajo y que, con el tiempo, han ido encontrando su lugar y su desarrollo personal y profesional. En demasiadas ocasiones nos sorprendemos de ver como aquel niño o niña que no destacaba en nada, ahora escribe libros, es responsable de una empresa, canta en un grupo o dirige una película. Es como si por admirar y valorar a otras personas, nosotros encogiéramos, fruto de nuestras frustraciones e inseguridades.
En cualquier caso, yo hoy quiero rendir un pequeño homenaje a todas esas personas que realmente admiro. No pondré nombres y apellidos pero todos estáis ahí, a la vuelta de la esquina:
Te admiro a ti que siendo traicionado, supiste perdonar y construir nuevos cimientos de confianza; te admiro a ti que dejaste aquello que no te llenaba para buscar tu verdadera vocación; te admiro a ti que te has reinventado profesionalmente y cada día creces a pesar de algunos obstáculos; te admiro a ti que cuidas de tu familia y amigos; te admiro a ti por poner rumbo a tu pasión y por luchar en ese viaje contra viento y marea; te admiro a ti que siempre tienes tiempo para ayudar a quien te lo pide; te admiro a ti que has dado el paso hacía otras metas dejando tu zona de confort; te admiro a ti por tu optimismo contagioso; te admiro a ti por tu bondad en cada una de tus acciones...Sí, os admiro profundamente.
Como dijo Simon de Beauvoir, la tierra sería menos habitable si no hubiese a quien admirar. Al fin y al cabo, todos admiramos a alguien...¿verdad?

lunes, 7 de febrero de 2011

127 horas

Ultimamente he vuelto a recuperar el hábito de ir al cine. En ocasiones este hobby me sirve para desconectar del día a día y sumergirme en historias entretenidas, sin más objetivo que pasar un rato agradable. En otras ocasiones, las que más disfruto, intento ver películas que me aporten algo, que me hagan pensar y de las que pueda aprender.
El viernes se estreno en España "127 horas" ,del afamado director Danny Boyle, que cuenta la historia real que Aron Ralston vivió en 2003, cuando su brazo quedó atrapado por una roca mientras realizaba descensos de barrancos en Blue John Canyon (Utah) y tuvo que amputarse el brazo para salir con vida.
Conocí la historia y el libro "Between a rock and hard place" cuando la película se estreno en USA y Aron estaba dando charlas a escolares norteamericanos sobre su increíble historia de superación. La historia de Aron me ha dejado varias ideas que quería compartir con vosotros:
La pasión como forma de vida: desde hace tiempo mantengo una gran admiración por las personas que encuentran en su pasión una forma de vida: montañeros, bikers, surferos, runners...En otras entradas ya hemos hablado de lo importante que es vivir en sintonía con nuestras pasiones. De alguna manera, más o menos intensa, tenemos que mantener viva la llama de la pasión. Aron dejó su trabajo como ingeniero en Intel para poder dedicarse a su pasión. Tras el accidente, Aron ha seguido practicando el montañismo, la escalada, el ski, etc. Vivamos unido a nuestras pasiones, seremos mucho más felices.
La importancia de las personas que queremos: en los casi cinco días que Aron pasó "atado" a la roca, se dio cuenta de lo mucho que necesitaba a su entorno y cómo los había ido apartando de su lado. El tiempo que había dejado pasar sin disfrutar de sus padres, de su hermana y las personas que había dejado marchar. Nuestra familia, nuestros amigos, nuestro entorno es imprescindible para nuestra realización. Necesitamos estar con ellos, compartir con ellos. Eso no significa que debamos abandonar nuestra autonomía, nuestra independencia. Es más, es necesario tener esa vida propia pero nunca apartando a nuestros soportes.
El poder del ser humano: una situación como la que tuvo que vivir Aron nos demuestra lo poderoso que es el ser humano. Probablemente algunas personas pensarán que ellos nunca lo podrían haber hecho. Es probable, pero no porque realmente no puedan, sino porque piensan que no pueden. Espero que nadie tenga que pasar por una historia como la de Aron para saber cuán poderoso es.