viernes, 15 de noviembre de 2013

El albañil del asfalto

Mucho de los que seguís este blog conoceréis la popular carrera Behobia-San Sebastián que une a través de 20 kilómetros el barrio de Behobia con la ciudad de San Sebastián y en la que en esta edición han participado 23.000 personas. Desgraciadamente este año la Behobia, además de por su alta participación y el calor del público, también ha sido noticia por el fallecimiento de la joven atleta Arantza Ezquerro cuando apenas le quedaban 2 kilómetros para llegar a la meta. 
La carrera masculina la ganó, en la que era su primera participación, el atleta gallego Pedro Nimo del Oro que nada mas enterarse de la noticia en el hotel dejó de celebrar su triunfo. Pero Pedro no solamente ha tenido este gesto con este trágico suceso. El martes se presentó en el funeral en Zizur Mayor y entregó su medalla junto a un abrazo al novio de la atleta. Un bellísimo y humano detalle que descubre la figura de este "albañil del asfalto" como él mismo se define en su perfil de Twitter @Pedro_Nimo
En algún ocasión había odio hablar de él pero hasta esta semana no había entrado en noticias que hablaran de Pedro, en su blog http://pedronimodeloro.es/ ni en su cuenta de Twitter, donde he descubierto un atleta que ha sufrido, que ha llorado, ha trabajado, ha perdido y ha vencido. Como señala también en Twitter "convencido de que el fracaso es el condimento que da sabor al éxito".
Un deportista humano y humanista, un deportista que da valor al mismo deporte, un ejemplo de deportista. No es cuestión de hacer héroes, ni mitificar personas pero cuando encuentras personas que dan ejemplo, que son coherente, que ensalzan los valores del deporte, qué menos que dignificarlos y hablar de ellos. Y yo creo que así debe ser con Pedro. 
No obstante prefiero que lo valoréis vosotros para lo que os invito a leer sobre él y a leer su blog.
Un abrazo a la familia y amigos de Arantza Ezquerro.

jueves, 14 de noviembre de 2013

El coach ante la consecución (o no) de la meta

Después de un periodo de tiempo en el que me ha sido complicado ir actualizando el blog, vengo con energías renovadas para reactivarlo y poder aportaros más cositas que espero os gusten. Aprovecho para dar las gracias a los que visitáis el blog y a los que me habéis trasladado vuestra positiva y cariñosa valoración sobre el mismo. Hoy comparto una reflexión de mi experiencia como coach.
Cuando leo algunos anuncios de servicios de coachs profesionales que garantizan que su cliente va a conseguir cualquier cosa que se proponga, me suelo preguntar como (se) gestionan si el coachee, por el motivo que sea, no termina consiguiendo la META que se ha propuesto. Y digo esto porque en ocasiones me da la sensación que se pierde la perspectiva de que, aun partiendo de la base que un proceso de Coaching necesita dos partes actoras, el coach y el coachee, la parte principal es el coachee (cliente) que en definitiva es quien actúa y quien debe responsabilizarse y comprometerse con su propio proceso. 
Con esto que señalo en ningún momento quiero poner en duda la potente herramienta que es el Coaching y sus excelentes resultados pero sí lanzar una reflexión sobre lo que se está vendiendo, o se intenta vender en torno al coaching. El proceso de Coaching en sí mismo no es garantía de éxito, el proceso necesita diferentes ingredientes entre los que destacaría, especialmente, la actitud del coachee y el feeling entre el coach y el coachee. 
Esta reflexión me viene porque en mi experiencia me he encontrado con que una de las áreas que menos se trabaja en las formaciones y que, al menos según mi experiencia, requiere de una atención especial es la gestión del coach ante la consecución o no de la  META del coachee. La sensación de euforia, de victoria, que el coach puede tener cuando el coachee consigue su meta o, en sentido contrario, la responsabilidad, la sensación de fracaso que el coach puede tener cuando el coachee no consigue su meta, son situaciones fundamentales que el coach debe saber cómo gestionar para su bienestar personal y profesional. Y en mi opinión no es tan sencillo. 
En el mundo del deporte por ejemplo, donde el éxito y el fracaso se sobre dimensiona con mucha facilidad, el propio coach se puede dejar arrastrar por estas circunstancias que le pueden llevar en los buenos momentos a sentirse más importancia de lo que en realidad es y en los malos momentos ser responsable de lo que no es.
En definitiva, no podemos perder de vista los actores que participan en el proceso y el rol de cada uno de ellos y, sobre todo, que para conseguir una meta hay que ACTUAR, remangarse la camisa, trabajar mucho y de manera constante y, esa parte, depende en gran medida de la implicación del coachee.
No vendamos lo que no somos y potenciemos lo que de verdad podemos ofrecer.