miércoles, 26 de agosto de 2015

Pensamientos encontrados (I)

Este blog ha ido sufriendo un proceso de transformación continuo, a veces consciente, a veces inconsciente, en ocasiones deseado, en otras ocasiones no tanto. Y es el blog así que soy yo. Vamos, como la vida misma.
Este blog comenzó como un proyecto de compartir mi pasión por el Coaching, el liderazgo, el crecimiento personal, el alto rendimiento, ligado al mundo de la empresa y, principalmente, al deporte. Con mi evolución hacia el Coaching deportivo, el blog fue mutando hacia esa dinámica y también con mi evolución en mi parte de recursos humanos la vitalidad fue sufriendo las consecuencia. El blog y yo en nuestra dinámica de transformación.
Hoy he decidido aportar al blog una serie de escritos que llamaré “Pensamientos encontrados” Pensamientos encontrados porque no los busco, pensamientos que me encuentro y que rápidamente los tengo que apuntar porque de lo contrario vuelan y desaparecen. En ocasiones regresan disfrazados en otros pensamientos. Pensamientos encontrados que en ocasiones tienen que ver conmigo, en otras ocasiones con mi entorno, en momentos con lo externo y en otras pocas con nada de eso. Los que me rodean y me escuchan, tal vez, algunas veces, crean saber de qué hablo (y acertarán) sin embargo, en ocasiones, lo obvio no es tan obvio como parece.
Algunas personas que siguen el blog dirán ¿y esto qué tiene que ver con el Coaching? Pues todo y nada. Creo que para ser un buen coach lo primero que se necesita es trabajarse muy bien a uno mismo, entenderse muy bien, tener la cualidad de estar como coach y no simplemente la cualidad de ser un coach. Y además, para mi, todo termina teniendo un nexo común, todo es parte de mi mismo. Así que vamos a por el primer pensamiento encontrado:


“Y la inseguridad de la libertad te atemoriza. El abrazo del gigante te aprieta, te asfixia, pero te consuela, te tranquiliza. El sentirte cerca de él, inexplicablemente, te da seguridad. La confusión se apodera de ti. Quieres correr y respirar, sin presión, sin corsés, sin las cadenas imaginarias que te atan a ese gigante. Pero aun siendo imaginarias son demasiado fuertes. Te das cuenta que no solo te dan seguridad, también son parte de ti, te dan identidad. También usas la fuerza del gigante para tu protección. Te sientes inseguro sin él. Sin embargo, el gigante jamás te ha atado. Nunca te ha negado la libertad pero sabes que la libertad tiene como precio la seguridad”

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